En estos tiempos
que vivimos, es evidente que el cambio climático se ha convertido ya en un
problema de gran dimensión para la sociedad y que ha cobrado igual importancia
en la mente de la mayoría de ella. De hecho, es un problema que sabemos ya
desde hace algunas décadas que existe y que tiene repercusiones que pueden
llegar a ser inmensurables e irreversibles si no se para a tiempo. Sin embargo,
hasta ahora no nos hemos preocupado por solucionarlo. Es más, aún existen
personas que niegan que se esté produciendo un cambio climático, o, al menos,
que esté provocado en su mayor medida por la mano del hombre.
Por otro lado,
en la actualidad, el mundo podemos decir que está marcado por el dinero. El
dinero mueve el mundo, o eso dicen algunos. Pero realmente, el dinero en sí no
es algo importante, porque el dinero no es más que un trozo de papel o un metal
moldeado. Es el valor intrínseco que tiene el dinero lo que lo hace tan
poderoso. Actualmente, el mundo está dominado por el sistema económico
capitalista, que, no sólo se conforma con ser un sistema económico, sino que
además ha conseguido poner un yugo a la forma de vivir de la sociedad,
condicionándola hasta límites insospechados.
Si fuese
presidente del gobierno en mi país y se me ofreciera la fórmula para provocar
el crecimiento económico de éste, la tendría en cuenta para llevarlo a la
práctica. Pero, eso sí, antes de ponerla en práctica haría una valoración
minuciosa de las consecuencias que los métodos usados para lograr el
crecimiento económico supondrían. Por tanto, diría SÍ al crecimiento económico
de mi país, pero siempre con una cosa en mente: ¿A costa de qué?.
Esa pregunta,
probablemente, sería respondida inevitablemente con respuestas como “a costa de
contribuir a una aceleración del cambio climático”, sin entrar a cuestionar
otras respuestas que surgirían como “a costa de aumentar el escalón social”
(véase el caso de EEUU, siendo uno de los países más potentes económicamente y
uno de los que mayores tasas de crecimiento experimenta cada año, es un país
con un gran escalón social, dónde, incluso a veces, se vulnera derechos tan
básicos como la atención sanitaria a la población).
Si nos centramos
en el aspecto de la preferencia o no de crecer económicamente por encima de contribuir
a frenar el cambio climático, es evidente que rechazaría la aplicación de la
fórmula que se nos daba antes para lograr este crecimiento económico. No es
casualidad que potencias mundiales como EEUU y China, países cuyo crecimiento
económico es muy elevado, sean también los que más contribuyan al IEI
(Incremento del Efecto Invernadero), y por consiguiente, al cambio climático.
De igual forma,
si se me ofreciera la fórmula para el beneficio del medio ambiente, la
revisaría y la intentaría llevar a la práctica. Pero, como ya hemos observado
con el caso de EEUU y China, hoy día, embebidos de la forma en la que estamos
en el capitalismo salvaje, es inviable buscar el crecimiento económico de un
país y pretender ser éticamente correctos con el medio ambiente.
En conclusión, y
una vez visto el vídeo que se aporta en el documento, tengo que decir que mi
opinión con respecto al tema no ha variado mucho. Creo que ningún presidente
puede elegir actualmente la fórmula para el beneficio del medio ambiente y
pretender a la vez el crecimiento económico de su país. Por tanto, el cambio
que debe de producirse para que los presidentes que pueden disponer de la
fórmula beneficiosa para el medioambiente la usen (la fórmula) es un cambio que
debe consensuarse entre la mayoría de los países del planeta (especialmente
aquellos cuya contribución al cambio climático es mayor) y que implique una
auténtica revolución en la industria, donde las energías limpias y renovables
tengan el protagonismo.
Pero claro, como
hemos visto, los países que más contribuyen de forma negativa al cambio
climático son los mismos que mayor crecimiento económico tienen. Por tanto, es
casi imposible convencerles de que sean un poco menos ricos a cambio de salvar
nuestro planeta.
Y esto, ¿por qué
es así? Pues podría concluirse esta pregunta y ,por tanto, la cuestión de la propia redacción, de la
misma forma en la que se ha comenzado: con el sistema capitalista. El sistema
capitalista es una especie de “droga”, de la que siempre se necesita consumir
en cantidades cada vez mayores. Y, claro, un sistema económico y social donde
el capital (su propio nombre lo indica) prima sobre todo lo demás, no puede ser
un sistema que se preocupe en ningún momento por el bienestar general de la
sociedad, y por tanto, solo los poderosos (ya sean países, empresas o personas)
se ven beneficiados por su continuidad.
Como diría un
antiguo dicho: “Para que existan ricos, tiene que haber pobres”. Pues
precisamente, yo diría: “Para que exista un crecimiento económico, tiene que
haber daño al medioambiente”. Al menos, esto es verídico en la actualidad, y
parece irremediable a menos que los máximos dirigentes políticos y autoridades que
tienen el poder para cambiar esto lleguen a un acuerdo para anteponer el bien
del planeta y del medio ambiente (y por tanto, de toda la raza humana) al bien
de unos pocos poderosos.